Por www.kienyke.com
Después de cuatro años de cárcel, la ex congresista Yidis Medina, cuyo voto garantizó la reelección de Álvaro Uribe Vélez, el que finalmente le causó su tragedia personal, está esperando ansiosa la boleta de salida que le sería entregada esta semana.
Medina (41 años) ha pagado 58 meses de cautiverio y tanto la Fiscalía como la Corte Suprema redujeron la pena por colaboración con la Justicia, al contar –con pelos y señales- cómo el ex presidente Uribe, varios ministros y asesores de Palacio canjearon su voltereta política por toda clase de prebendas burocráticas.
Ella, que se jacta de su origen humilde, con un electorado grande entre los más pobres del puerto de Barrancabermeja, se hizo nacionalmente famosa y dio nombre a la “Yidis-política”, el equivalente al trueque de favores por el voto de los congresistas. Y en este caso, nada menos que el sufragio que salvó en la Cámara la reelección presidencial.
Entre los varios delitos que se le imputaron, después de haber cambiado su decisión (había salido en una foto con quienes hundirían el proyecto), el de cohecho fue el más claro, además de enriquecimiento ilícito. Lo insólito es que en ese soborno fueron sólo ella y el representante Teodolindo Avendaño a la cárcel, pero no quienes entregaron las dádivas (una notaría, varias gerencias, puestos y hasta un pozo petrolero en los Llanos).
Tras la celebración política y los abrazos, Yidis Medina rogó en los despachos oficiales el cumplimiento de las promesas y los antiguos aduladores la trataban con desprecio, mientras el país presenciaba el choque de trenes entre el Ejecutivo y las Cortes, que encontraron en la dirigente santandereana la presa ideal para conocer la forma irregular en que se cocinó la reelección de Uribe.
Primero mintió, de cabo a rabo, acogiendo la versión oficial, que preparó con funcionarios de Palacio. Después, sintiéndose burlada, juró contar toda la verdad, hasta minucias de su encierro en la Casa de Nariño, en un recinto estrecho donde no había baño, situación que la obligó a orinarse en una matera.
Yidis Medina denunció a los Ministros Sabas Pretel y Diego Palacio. También al secretario General Bernardo Moreno, a su colega Teodolindo Avendaño y, obviamente, a Uribe Vélez. Recordó nombres, historias y situaciones. También reconoció que el parlamentario Navas Talero la previno sobre los riegos que corría al cambiar su voto, pero desoyó sus consejos. Al fin y al cabo, se saboreaba con tantas promesas. El propio Navas la denunció ante la Corte y el gobierno le pagó dos abogados para su defensa.
Finalmente, Yidis fue condenada a una pena de 92 meses de prisión, pero sus enemigos políticos y personales han tratado de hundirla con denuncias peores, que van desde el falso secuestro de su exmarido hasta una supuesta militancia en grupos guerrilleros y paramilitares, pasando por distintos hechos de corrupción. “Los viajados por meterme a la cárcel 40 años han sido muchos”, comenta reflexiva.
De todos los cargos ha salido bien librada, al punto de saborear hoy la libertad. Está deseosa de regresar a la vida normal, alejada de la política, temerosa por su seguridad (le está escribiendo al presidente Santos para pedirle protección) y con planes de montar un restaurante con platos como “lengua en salsa a la Piedad”, “el sancocho de la Casa de Nariño”, “el plato del cohecho”, “El Pollo López” y “El elefante”.
El asunto del restaurante está bien adelantado. La asesora un viejo compañero de estudios y serán socios con su actual novio, un policía en ejercicio, en camino de pensionarse.
Yidis Medina está alegre. Y no para de contar anécdotas: cuando se le arrodilló Uribe suplicando su voto; cuando agarró de la corbata al abogado Jaime Lombana y estuvo a punto de ahorcarlo, cuando caminaba por los pasillos de Palacio como una reina y todas las puertas se le abrían..
-Y qué piensa hoy de Uribe?
-“Para mí no existe. Yo no me vuelvo a dejar enredar de Uribe, como le está pasando hoy al presidente Santos”.
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